Condiciones Climáticas


Colombia se encuentra ubicada en una zona de influencia de la zona de convergencia intertropical (ZCIT), zona que se caracteriza por bajas presiones en superficie y donde la circulación atmosférica responde a la confluencia de los vientos alisios del norte y del sur. El desplazamiento periódico de esta franja, de norte a sur -debido al eje de inclinación de la tierra y a su movimiento de traslación alrededor del sol- hace que el escurrimiento superficial, especialmente el formado en la región Andina, que es donde se encuentra la mayoría de los recursos hidráulicos utilizados para la generación de energía eléctrica, tenga dos temporadas secas (de baja pluviosidad) y dos estaciones de lluvias (de alta pluviosidad) cada año. Normalmente, los períodos de estiaje o de verano, se presentan durante los meses dic-feb y jun-ago, en tanto que las estaciones de lluvias (húmedas) se observan durante los períodos mar-may y sep-nov. En consecuencia, las series hidrológicas de los ríos del SIN, localizados en dicha región, responden de manera análoga a este comportamiento, con caudales bajos durante los meses dic-mar, y un aumento en sus contribuciones para el período oct-nov. En contraste con lo anterior, el comportamiento del clima en los Llanos Orientales, donde se hallan localizados recursos de generación de gran relevancia para el SIN, es diferente: un breve período de alta pluviosidad durante los meses may-ago y un prolongado estiaje en el resto de los meses del año.


El seguimiento a la información climática e hidrológica tanto aquella proveniente de mediciones directas como aquella de pronósticos se realiza en conjunto con el análisis de la información climática emitida por el Servicio Hidrometeorológico Nacional (IDEAM) y por las diferentes agencias internacionales de predicción climática. A nivel internacional, merecen especial mención el Instituto Internacional de Investigación para el Clima y la Sociedad (IRI), Agencia de Administración Oceánica y Atmosférica Nacional de los Estados Unidos (NOAA) y Bureau de meteorología de Australia (BOM). A nivel local se destaca el IDEAM.


Para este seguimiento, se utilizan diferentes indicadores climáticos que evalúan la temperatura del océano pacífico tropical. Uno de los indicadores más populares entre la comunidad científica es el Índice Oceánico de El Niño (ONI, por su sigla en inglés), el cual se calcula como la media móvil trimestral (con traslapo de dos meses), de las anomalías de la temperatura de las aguas superficiales (TSM) en la región del Pacífico ecuatorial central, también conocida como Niño 3.4 (localizada entre 120W y 170W y entre 5N y 5S). Este índice es utilizado por diferentes agencias climáticas internacionales para identificar, hacer seguimiento y caracterizar la fortaleza de cualquiera de los extremos del ENOS, bien sea El Niño (evento cálido) o La Niña (evento frío). Como convención propuesta por la NOAA, se ha establecido que cinco (5) períodos consecutivos con anomalías de la TSM en la región Niño 3.4 superiores (inferiores) a 0.5°C (-0.5°C) corresponden a un episodio El Niño (La Niña). Adicionalmente, la magnitud de dichas anomalías durante episodios El Niño o La Niña, refleja la fortaleza del evento. De ahí que los valores de referencia de 0.5°C y -0.5°C corresponden a los umbrales, dentro de los cuales se consideran condiciones de normalidad. A diferencia de la NOAA, para el BOM, el umbral de neutralidad se halla entre 0.8°C y -0.8°C.


De acuerdo con el ONI (tabla 1) 2019 se caracterizó por ser el segundo año de desarrollo y finalización de El Niño 2018-19. El valor máximo este indicador para dicho evento fue de 0.9, registrado en 2018, lo cual lo ubicó en el grupo de episodios débiles de El Niño (valores del ONI entre 0.5 y 1.0).

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La Figura 1 presenta la evolución histórica del índice ONI desde 1980, resaltando los episodios históricos extremos de El Niño (en rojo) y La Niña (en azul). Se destacan por su fortaleza los eventos El Niño 1982-83, 1997-98 y 2014-16, los cuales fueron catalogados como los episodios más severos en los registros históricos del ONI.

Figura 1. Comportamiento histórico del índice ONI
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Obsérvese también en la figura 1, el impacto del episodio El Niño de 2018-19 en los aportes energéticos al SIN: a valores positivos del ONI se correlacionan con anomalías porcentuales negativas de los aportes.


En la figura 2 se presentan los valores de la temperatura superficial del mar en la región Niño 3.4 (Pacifico Central), junto con sus respectivas anomalías, para cada uno de los meses del año de 2019.


Como puede apreciarse, las anomalías fueron en todo momento positivas, alcanzando su máximo valor a comienzos del año, en consonancia con la finalización del episodio cálido. A partir de abril se registró un descenso permanente de dichas anomalías, alcanzando sus valores mínimos (cerca a la neutralidad) hacia los meses de ago-sep.


Por otro lado, desde finales del año (último trimestre), se ha venido observando un incremento de las anomalías térmicas en el Pacífico central, las cuales si bien se han acercado al umbral de calentamiento (0.5°C), en opinión de los expertos esto hace parte de la variabilidad climática natural de este elemento.

Figura 2. Comportamiento de la TSM en el Pacífico central y sus anomalías, durante 2019.

Es importante recordar, que la temperatura superficial del mar no es la única variable para determinar la consolidación de una las fases del ENSO, ya que este fenómeno abarca un conjunto de variables que reflejan la compleja interrelación y retroalimentación entre la atmósfera y el océano.


A comienzos del año 2019, los pronósticos de las agencias internacionales, según el análisis consolidado del instituto IRI, esperaban con probabilidades decrecientes, de altas a moderadas (barras rojas en la figura 3), la continuidad de El Niño durante 2019. Como se puede ver, a medida que transcurría el año, la probabilidad de condiciones cálidas iba cayendo, hasta colocarse por debajo de la normalidad hacia finales del año.

Figura 3. Pronóstico Probabilístico Oficial del IRI, de las fases extremas del ENSO.
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Fuente: https://iri.columbia.edu/our-expertise/climate/forecasts/enso/2019-January-quick-look/?enso_tab=enso-cpc_plume

Figura 4. Anomalías de los Aportes Energéticos al SIN en porcentaje, año 2019.

Un indicador útil para representar el comportamiento de la hidrología durante el año es los aportes agregados al sistema HSIN (Hidrología del SIN). Este índice permite agregar en un único valor todos los caudales naturales operativos que ingresan al sistema y que son reportados por los agentes (ver Figura 4). El HSIN (expresado en porcentaje de su respectiva media mensual) permite hacer un seguimiento al comportamiento real de la hidrología asociada con el SIN y es muy útil para el seguimiento y análisis de la relación entre las lluvias y su respuesta hidrológica.


Los aportes al SIN (HSIN) durante el 2019, con excepción del período abril a junio, fueron deficitarios. Se destacaron aquí los meses enero y septiembre, cuyo déficit porcentual alcanzó o superó el 25%.